Subsidio de las tecnológicas: el futuro de los derechos de transmisión
O cómo Spotify ratifica que tarde o temprano todos podremos crear sin limitaciones
Storybakers:
Hay conversaciones que parecieran configuradas por el destino. Con tan buen timing que uno se pregunta si aquello en verdad fue una iniciativa propia u obra de algún ente que maneja los hilos más allá de nuestro entendimiento. Pues bueno, algo así me ha ocurrido como para que después de que los medios deportivos vieran a Ibai como su gran pesadilla por haberse convertido en amiguete de Messi, ahora me toque hablar con Pepe Rodríguez, un apasionado al periodismo deportivo que no ha requerido que por sus micrófonos pasen Messi, Cristiano, Agüero ni ningún otro gran deportista para implementar un muro de pago en el que ya más de mil 700 personas invierten 3.99 euros al mes.
Es un creador en toda forma. Un tipo apasionado que un día pensó que si a él su deseo de saber y comentar el deporte le daba para hablar a diario por más de dos horas, era posible encontrar a otros que lo siguieran. Hizo entonces la prueba: montó ese muro de pago no para hacer un negocio, sino para validar que aquello tenía algo de sentido. Y sus seguidores han decidido acompañarlo desde entonces.
Su producto no requiere ni proyecciones financieras ni metodologías ágiles para iterar hasta dar con el resultado que se espera. Lo suyo es de una simpleza ejemplar desde el nombre y desde el slogan: Pepe Diario, el podcast del deporte. Se divide en tres secciones: Pepe Futbol, Poli Pepe y Pepe Yanki.
La próxima vez que se sientan tentados a pensar que nuestra suerte está echada si no despertamos junto al jugador en tendencia o si no tienen un espacio en WeWork, recuerden el caso de Pepe Diario y escuchen la conversación que tuve con él.
Y si pese a todo aún piensan en que quisieran tener derechos de transmisión, tener acceso a deportistas o celebridades y poder colaborar con grandes marcas personales, les tengo una buena noticia: las plataformas tecnológicas se terminarán encargando de ello.
El subsidio de derechos empieza por la música, se extenderá al deporte y a otros rubros
En el episodio anterior de The Coffee, Vampipe, un memero mexicano de alta popularidad por el humor que maneja frente a la tragicomedia nacional que es la cotidianidad, me comentaba el absurdo de un videomeme que pese a infringir derechos de Televisa había sido retomado inicialmente por las plataformas informativas de Televisa, pero a la vez, eliminado de las redes sociales a causa de que el propio Televisa se había quejado del uso de sus derechos. Lo consideró un absurdo, una falla en la Matrix. Por un lado, me decía, lo seleccionan como uno de los memes del momento para ganar visitas a su sitio con eso que él creó; por el otro, lo sancionan por hacer, en esencia, lo mismo que él: utilizar el contenido de un tercero para beneficiarse de él.
Y hemos de coincidir en que algo hay de eso. Los creadores de contenido, como ocurrió en este caso, con frecuencia encuentran el modo de agregar valor y dotar de vida derechos que las televisoras en muchos casos ni siquiera recuerdan que tenían. Frente a ese uso, los dueños de los derechos tienen dos alternativas: patalear con las tecnológicas para evitar que el creador haga uso de ellos o encontrar la forma de monetizar el uso que esos creadores hagan de su stock de derechos, ya sean derechos que se encuentren en tendencia o parte del acervo histórico que por una u otra razón ha terminado por resucitar a través de los creadores de contenido.
Tik Tok, y desde entonces varios clones más, resolvieron ese problema firmando acuerdos que permiten que el uso de música no dependa del creador de contenido sino de la plataforma misma, lo que garantiza monetización a los productores y dueños de esos derechos y democratiza la posibilidad de uso entre los creadores de contenido, que así podrán competir, al menos en el rubro musical, en igualdad de condiciones ante creadores con mayores recursos económicos.
La música ha sido siempre una industria de avanzada. Fue pionera en su consumo digital a través de iTunes, lo que de paso nos llevó a todos a adquirir un iPod. Con Tik Tok, la propia industria permitió que su producto fuera, si lo queremos ver así, mutilado o manipulado para ser escuchado unos cuantos segundos. Aquella decisión no sólo abrió nuevas fuentes de ingresos, sino también la posibilidad de que nuevas generaciones construyeran fenómenos musicales sin necesidad de escuchar más que unos cuantos segundos, característica muy propia de una sociedad con una capacidad de atención menor a la de los 9 segundos del pez dorado.
Podría decirse que ahí donde el deporte sigue preguntándose cómo entregar highlights auténticamente poderosos en relación con la audiencia, la música hace tiempo que ha puesto la muestra. Sí porque logra ser consumida entre nuevos usuarios. Sí, también y sobre todo, porque se logra que el producto socialice de forma directa con la comunidad. Un aficionado al futbol ve el highlight como un espectador pasivo que si acaso podrá sonreír o simular un festejo a destiempo. Un amante de la música escucha una canción y la convierte en un videomeme que se hace viral.
A los generadores de entretenimiento más les vale activar herramientas de interacción directa con sus seguidores. Hoy los programas se comentan en vivo a través de Twitch; unos segundos de una canción se convierten en desafíos mundiales; los juegos se streamean para pasar del jugador solitario al gamer acompañado por millones de personas. En resumen, los derechos han de estar en manos de los creadores de contenido.
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Spotify Music+Talk: la radio de siempre en manos de nuevos creadores
El impulso a veces es hasta natural. A todos nos ha pasado por la cabeza estar conduciendo un podcast y querer enviar a una canción sin que haya mayor problema por ello. Si bien desde hace tiempo Spotify probaba la herramienta en distintos mercados, ahora ha hecho oficial el anuncio de que la funcionalidad “Music+Talk”, será liberada para los creadores de todo el mundo por medio de Anchor.
Los creadores, ya sea porque se consideran adoradores de la música o porque piensan que aún hay espacio para realizar producciones al estilo radiofónico en que un host decide qué música poner, tendrán la posibilidad de acceder a más de 70 millones de canciones.
El modelo de negocio replica el modo en que desde hace tiempo funciona Spotify. El artista se lleva un monto por cada ocasión que la canción se reproduzca. Los usuarios que tengan el plan de pago podrán escuchar la canción completa sin problema alguna, mientras que los que se encuentran en plan gratuito sólo podrán consumir treinta segundos de la misma.
En la Creator Economy importará qué plataforma ofrece las mejores herramientas de monetización, pero también qué plataforma entrega mayores recursos para crear contenidos. Si se piensa, el uso de música en podcasts podría impulsar el que los creadores realicen producciones más extensas, lo que puede ser de interés para Spotify frente a diversos estudios que señalan que la duración promedio de un podcast tenderá a reducirse dada la excesiva oferta que existe.
Que las plataformas se encarguen de adquirir derechos de imagen y de transmisión mientras los creadores hacen lo suyo
Me ha pasado que el momento más doloroso de escribir en Medium sea tener que buscar una imagen que no parezca un recurso predeterminado de Power Point pero tampoco viole derechos de autor. También me ha ocurrido que previo a una sesión de capacitación en zoom, sin más intención que la de hacer más ameno el tiempo de espera, reproduzco una canción que se convierte en un dolor de cabeza cuando decido subir la sesión a YouTube. Los creadores de contenido deportivo, por ejemplo, viven teniendo que pensar antes en cómo no violar derechos que en poder generar el mejor producto para su audiencia… está en manos de las tecnológicas que eso pueda cambiar.
Hace unos meses, cuando aún no existía claridad de si los Juegos Olímpicos se llevarían a cabo o no, pude platicar con Joe Aboumrad, director de Claro Sports, quien me decía que sí, que estaba en lo correcto, que los derechos de transmisión tendían a democratizarse y que tarde o temprano estará en manos de los creadores la posibilidad de narrar el Mundial, los Olímpicos, o cualquier otro torneo gracias a que las plataformas tecnológicas terminarán cerrando acuerdos con las principales competencias para que eso ocurra.
Si, por ejemplo, Substack quiere seguir atrayendo escritores, haría bien cerrando acuerdos con distintas agencias fotográficas o incluso con colectivos de ilustradores para que los escritores pudieran acompañar sus newsletters. Si Twitch aspira a que sigan refinándose las coberturas de breaking news en su plataforma, podría cerrar acuerdos para que los creadores accedan a pietaje de distintas televisoras… Cada plataforma tiene frente a sí la oportunidad de enriquecer el arsenal de recursos con que cuenta un creador, falta que esos acuerdos sigan produciéndose para que la democratización del contenido aniquile de una vez por todas esas barreras que convierten al dinero en la mayor ventaja competitiva de muchos.
Panmedials en El Economista
Quiero agradecer a José Soto Galindo por su interés en hablar sobre Panmedials: los medios de la pandemia, en El Economista. Pueden conocer aquí mi punto de vista sobre la pandemia que enfrentamos los medios.
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