Substack: la plataforma que sí construye un mejor periodismo
Y por qué su aproximación de red social basada en texto podría consolidar la nueva generación de medios
Storybakers:
Este es el último envío que hago desde tierras argentinas antes de mi regreso a México.
En estos días Substack ha anunciado una serie de funcionalidades que apuntan a resolver vicios históricos de los medios.
Lo hace en el entendido de que permitir el crecimiento de sus escritores equivale a crecer su propio negocio.
Primero desarrolló un esquema de menciones y cross-posts que permite que eso que ya se hacía artesanalmente tenga un resultado más vistoso y funcional.
A partir de ahora un autor en Substack puede tanto etiquetar a un autor como el nombre de una publicación.
Parece cualquier cosa.
Y en cierto modo lo es.
Pero todo lo relacionado a atribución y reconocimiento representa un avance respecto a los vicios arraigados en los medios de comunicación.
En un newsletter se tiene la costumbre de citar y referir aquello que le haya servido de inspiración al autor.
También la de incluir aquello que resulte útil para el lector.
No importa si es obra propia o de un tercero.
No importa si es de un potencial competidor o de un perfecto desconocido que parece haber dado con la tecla por medio de sus argumentos.
El newsletter de autor es, en esencia, un ecosistema mucho más sano que la copia descarada que abunda en las redacciones para no reconocer al de al lado.
Con este anuncio, que se suma a esfuerzos semejantes en los que la recomendación entre autores contribuye al crecimiento de audiencia, Substack se aproxima a la tierra prometida de la Web 3.
En una de sus primeras aproximaciones hacia la revolución colaborativa, Mirror optó por lanzar Splits.
Una funcionalidad que permite aprovechar 100% de una pieza digital para fragmentar su propiedad según se haya producido la participación de los mismos.
En esa idea puesta en práctica es posible asignar un porcentaje de pertenencia a quien nos inspiró a crear una historia.
No hace falta que haya participado escribiendo, ilustrando o editando video.
Lo único que hace falta es que quien publica ese contenido reconozca el valor de tal o cual persona para que aquello se convirtiera en realidad.
Se ve así.
Este que se propone desde Mirror supondría un mundo tan ideal como potencialmente utópico que aquí describo a detalle:
Substack no es Web 3.
Pero sí se construye desde la Web 2 con una particularidad única.
Es la única plataforma, junto con otros motores de mailing, que entrega información directa del usuario.
De lo habituado o no que está a consumir el contenido de un autor, de qué tan curioso es sobre el contenido de terceros que se comparte, de qué tanto comenta.
Y todo sin que exista la más mínima sensación de estafa o intrusividad por parte del lector que voluntariamente se ha relacionado con uno o varios autores de la plataforma.
Esa relación directa no la tiene ni siquiera el podcast.
Si de verdad estuviera en el interés de las plataformas de audio que los podcasters construyeran una comunidad, se habilitarían espacios que como mínimo preguntarían al lector si está de acuerdo en compartir su información con ese host al que ha decidido confiarle su tiempo y atención.
El de boca en boca digital en el mundillo de los newsletters tiene sus resultados probados.
Según el propio Substack un 40% de los registros gratuitos y un 12% de las suscripciones pagas se producen por recomendaciones entre autores dentro de la plataforma.
Aquí va una pregunta a los medios.
¿Por qué Substack detecta la oportunidad de manejar como red social la “redacción” de autores distintos que convergen en su plataforma y no ocurre eso desde el producto de los propios medios?
Por absurdo que parezca, Substack ha encontrado una mejor forma de convivencia entre autores que el resultado visible de colaboración y reconocimiento entre miembros de una redacción en los medios.
Ni siquiera hacia dentro de las redacciones se ha incentivado el factor de comunidad y apoyo mutuo.
Es notable, como siempre, la obsolescencia del producto periodístico desde os medios.
Substack también entiende que el newsletter no es sino el punto de partida de una historia o reflexiones que pueden y deben ser conversadas.
Para ello lanza su propio Chat.
Una herramienta que pretende ahorrar el traslado de ese autor y su comunidad a otra plataforma para que todo pueda resolverlo dentro de Substack.
La jugada es astuta.
Aunque también insuficiente.
Es un acierto dado que todo relacionamiento directo con una comunidad viva termina sumando al uso de una plataforma y al potencial negocio del creador.
Pero no deja de estar implícito que lo que obsesiona a Substack es que descarguen su aplicación.
Substack es el primer interesado en que la lectura ya no se haga en el correo sino en su app.
Es también el primer interesado en que las conversaciones no se produzcan en Discord, Slack o Telegram sino en su app.
Y eso lleva a que genere campañas que pueden derivar en cierto spam a la comunidad.
Es también insuficiente porque es aún un producto demasiado básico como para tener el potencial de erradicar la utilidad de las otras plataformas de conversación y gestión comunitaria.
De cualquier modo, Substack entiende que los contenidos se conversan con la comunidad.
Que lo que hoy impera es el modelo horizontal antes que el vertical.
Los medios aún no lo tienen claro.
Mientras ellos limitan o delegan esa conversación a otros espacios, Substack combina el texto que sirve como contenido pilar con herramientas de interacción comunitaria.
Aquello de nuevo es más de avanzada que lo ofrecido por los medios.
Ya con. menor impacto pero abriendo la puerta a que se reconozca lo mejor a ojos de los lectores están los badges.
Para que los lectores puedan identificar a quienes han construido una comunidad paga significativa, Substack lanzó insignias en tres colores distintos.
Blanco para los que tienen centenas de usuarios pagos.
Naranja para los que tienen miles.
Y morado para los que tienen decenas de miles.
De nuevo, parece cualquier cosa.
Y en cierto modo lo es.
Pero al menos aquí se trata de reconocer a autores que no están ahí por una viralidad frívola que caza tendencias sino por el arraigo que han logrado con sus audiencias.
A todas luces, lo más visto de Substack tendrá algo más de fundamento que lo más visto en un medio convencional.
Lo sabemos todos los que hemos pasado por ahí.
Es recurrente omitir el módulo de lo más visto dado que las historias que despegan no son ni remotamente las soñadas por los periodistas ni las más útiles para la sociedad.
Substack, desde su terreno, está impulsando un mejor periodismo.
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