

Descubra más de The Muffin por Mauricio Cabrera
TikTok amenaza el rol de los medios en la sociedad
Lo que el juicio Johnny Depp-Amber Heard deja para la industria
Storybakers:
El campo de acción de los medios sigue reconfigurándose.
Se ensancha cuando a la conversación se incorporan los creadores.
Y se reduce cuando se piensa en la diferenciación que los medios ofrecen ante cualquiera que publique.
El juicio entre Amber Heard y Johnny Depp ha sido la confirmación del nuevo ciclo de una historia.
Comienza con el qué seguido por millones.
Ahí, en teoría, los medios juegan un rol protagónico.
Digo en teoría porque ese qué, tanto por los propios periodistas que informan minuto a minuto en Twitter, como por los millones de curiosos que siguieron la transmisión en vivo del juicio, se comoditiza a grado tal que el qué es lo de menos.
Es paradójico, pero cuando menos se cuestiona la vigencia del futbol como un espectáculo capaz de entretener y retener a las audiencias, estamos futbolerizando prácticamente todo.
Ocurrió con el binge-watching (binge-WARching) durante los primeros días de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Nuestro consumo de aquello fue, y sigue siendo las escasas veces en que nos acordamos que el conflicto armado persiste, una aproximación pasional.
De buenos contra malos.
De colores y banderas antes que de razones.
De heroísmos sin matices y de villanos sin razones.
Como en el futbol, hay una obsesión por las imágenes y reacciones que tengan el potencial de hacerse virales.
El hecho es un contenido de formato largo que se simplifica para la rápida digestión de la gente.
Se hacen memes de los protagonistas.
Se retratan reacciones, y en muchos casos se fabrican, de quienes no teniendo nada que ver se convierten en parte de la historia por apelar a las emociones.
Todos hoy somos observadores con el potencial de ser captados como esos “rostros de la pasión” que de cuando en cuando las televisoras captan en las tribunas de los estadios.
Si somos astutos, lograremos llamar la atención.
Ya no disfrazados del Chapulín Colorado, vistiendo una máscara o con un cártel pidiendo saludos al lugar del que somos originarios, sino anticipando lo que va a mover las emociones de la gente para actuar en consecuencia.
Y se abraza la aparición de analistas, reales y oportunos o ficticios y oportunistas, que por medio de hilos, stories y publicaciones en Tik Tok generan alcance y, por tanto, influencia en torno a esos grandes hechos.
Si en el futbol son aún emblemáticas las mesas con analistas evaluando qué es lo que pasa en la cancha, TikTok y Twitch individualizan esa labor para dejar obsoletas las columnas de opinión en texto entre las grandes audiencias y convertir a cualquiera en un potencial opinador de alto impacto en video.
Hoy surgen influencers de cualquier tópico en cualquier momento.
Hubo quienes subidos a la tendencia de la guerra sumaron miles de seguidores por la cobertura que hicieron.
Están los que un día analizaron con hilos una serie de alto impacto, como ocurriera en México con la de Luis Miguel, y al siguiente ya tenían una audiencia que los validaba como expertos tanto en ese tema como en la industria audiovisual en general.
Y están los que a través de sus publicaciones sobre el juicio entre Johnny Depp y Amber Heard ya se han ganado una audiencia para cubrir la vida de las celebridades.
Guste o no, se vive en la era en que la reacción en terceros es incluso más importante que lo que está ocurriendo.
Y no hay distinción entre un juego, una guerra o un juicio.
Todo va de emociones.
Como este video en el que Emilio Domenech reacciona en vivo al veredicto desfavorable para Amber Heard.
Si Ibai hace entretenida una final de Tetris, es natural que ahora todos busquen cómo alimentar la curiosidad de la gente.
En TikTok emerge una nueva generación de storytellers que amenaza por completo a las publicaciones de celebridades.
A las personas, tenemos que aceptarlo con crudeza, no les resulta tan necesario ir al sitio de la Hola! o de Vogue para entender lo que ha pasado cuando en TikTok lo tienen todo resumido, con los componentes histriónicos y emocionales necesarios y con una comunidad que va a comentar esa historia.
El medio sirve hoy sólo como fuente de consulta.
Pero ni siquiera en eso tiene la exclusiva.
Ahí está Twitter tanto con sus publicaciones aisladas como con hilos.
Y estos, por la limitante de caracteres, suelen estar mejor sintetizados que una nota.
En Twitter, aunque no sea la mejor plataforma para ello, hay conversación.
En los medios es una experiencia plana de consumo.
Sin feedback, sin retroalimentación, sin interacción.
Y si vamos a TikTok, la oferta es aún más completa.
Tenemos conversación, tenemos alcance, tenemos respaldo visual, tenemos la emoción que sólo el video puede darnos y un algoritmo que puede hacer que de golpe tengamos todo lo que necesitamos.
Hay además creadores de todo tipo para todo tipo de audiencias.
Sobre el juicio entre Johnny y Amber puedes encontrar a una creadora generación Z como Malleza, con 1.6 millones de followers, que advierte que “9 de cada 10 chismosos se informan con ella” y que sólo con el video sobre el veredicto alcanzó 145 mil views.
Pero también a un creador que encaja más con el estereotipo que durante años nos han vendido las televisoras como Pablo Chagra, que tiene 1.8 millones de followers, y que alcanzó más de 700 mil reproducciones con su video al respecto.
Y si se quiere algo más profundo, siempre se puede seguir a la venezolana Daniela Dos Santos, con una aproximación más millennial, que a partir de su cobertura sobre #FreeBritney se convirtiera en una youtuber que da seguimiento a celebridades.
En un artículo reciente, Scott Galloway analiza el impacto de TikTok.
Ahí hace un comparativo entre la inversión y la fuerza laboral con la que cuenta la industria del entretenimiento frente al músculo creativo que tiene TikTok sin tener que gastar presupuestos millonarios.
Esta misma gráfica aplica si comparamos la fuerza creativa de TikTok con los recursos humanos a disposición de los medios.
De TikTok podrá decirse que banaliza.
Pero también puede decirse lo contrario.
Nunca antes había sido tan sencillo para cualquiera crear contenido.
En este escenario, estarán siempre los oportunistas que no sabiendo pretenden que saben.
Pero también los que desde sus pasiones y especializaciones creen contenido de mayor calidad que la aproximación generalista de un periodista.
Facebook puso en jaque el negocio de los medios.
Pero al menos ahí había la certeza de que se requería de los medios para consumir información.
TikTok, en cambio, pone en jaque la existencia de los medios.
¿En verdad son necesarios sólo para apoyar en el registro de las historias?
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En TikTok se está consolidando la tendencia que de por sí comenzó a aparecer en los newsletters.
La curaduría es hoy la constante.
Y en el newsletter, así como en los contados medios que tienen a bien dar el crédito correspondiente, cuando menos suele haber referencia al autor original de una información.
En TikTok, por duración y formato, es hasta complicado hacerlo.
Los creadores utilizamos screenshots de las publicaciones a las que nos referimos.
Pero esa atribución no resulta relevante para la audiencia.
Por tanto, ni deriva en clics ni deriva de forma significativa en reputación o prestigio.
En cierto sentido, los medios son la base de lo que luego los creadores amplifican.
Pero es cierto también que eso que los medios generan puede, en muchos casos, conseguirse por otras vías.
Vamos, que si un día se apagaran los medios, algo de información se perdería, pero no habría un colapso en torno al qué como materia prima.
Los medios por ahora están concentrados en el registro.
Aunque no sea un negocio boyante, los medios comprenden que Google es a estas alturas su único aliado.
Y por tanto hacen lo que les pide su algoritmo para la búsqueda en texto y producen los videos para resaltar en las búsquedas de YouTube.
Pero me pregunto si esa generación masiva de videos al día para informar terminará trayendo beneficios a largo plazo.
Mientras los creadores se hacen de marca, comunidad, alcance e interacción, los medios se enfocan en la monetización del qué.
Es cierto que es lo que les queda.
Pero dudo que aferrarse a ello sea lo más astuto cuando a todas luces lo que prima es la sobremesa de las historias.
El análisis, la contextualización, la emoción, la interacción y la socialización.
Para seguir el juicio entre Amber Heard y Johnny Depp necesité lo siguiente:
-YouTube
-TikTok
-Y un par de medios de comunicación especializados, no generalistas.
Los medios no tienen la sobremesa de las historias.
O comparten el qué o lo pierden por completo.
En el caso Depp-Amber lo perdieron.
Ellos también fueron repetidores de lo que todos estábamos viendo.
Ha llegado la hora de preguntarnos muy en serio qué sigue para los medios.
¿Monetizar con Google?
Sí, está bien para sobrevivir.
Pero más allá de eso, ¿dónde encajarán los medios como necesidad para la sociedad?