Tonto, no estudies periodismo
La necesaria reinvención de la academia para impulsar nuevos medios y nuevos periodistas
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Tenemos nuevo episodio en The Coffee.
He platicado con Rafael Vega.
Doctor en periodismo, catedrático español y un apasionado de la creación de comunidades.
Con él hablo a fondo de las debilidades de la academia.
De cómo a la academia le hace falta ser humilde para reconocer sus propios problemas de adaptación.
De cómo la innovación tiene que darse en el día a día más que como reacciones ocasionales que después terminan siendo obsoletas por la llegada de nuevas tendencias.
Y de cómo ha de abrazar e impulsar el espíritu emprendedor de los estudiantes para que haya una construcción paralela de conocimiento y marca personal.
Es una conversación que da pie al envío de hoy.
“Tonto, no estudies periodismo”.
Es prácticamente lo que dicen innumerables videos en TikTok en que se pregunta a los estudiantes cuál es la carrera más sin sentido para estudiar.
O responden comunicación.
O responden periodismo.
O responden marketing.
Las tres relacionadas.
Las tres recibiendo un golpe directo cuando más necesitan de nuevas generaciones que puedan replantear lo que es y debe ser el periodismo.
De nuevas generaciones que puedan elegir cuáles son las historias que deben contarse y cómo deben contarse.
Los casos más luminosos de periodismo joven son con recurrencia aquellos que revientan los moldes de lo que les dijeron en la academia.
Periodistas que a ojos de la academia no parecen serlo.
Porque utilizan el entretenimiento como arma para empatizar con la audiencia.
Porque se atreven a hablar como cualquier chaval cuando se supone que el periodista ha de hablar diferente.
Más elevado, más culto, más sofisticado.
El máximo problema de la academia es que aquello por lo que los jóvenes terminan brillando es mucho más por lo que ha decidido experimentar fuera de las aulas que por lo que le han dicho que haga dentro de ellas.
En las aulas no les enseñan a streamear.
Y si lo hicieran, no recomendarían hablar como Nanísimo o como Gerard Romero.
En las aulas tampoco se enseña a editar como lo hacen Johnny Harris o Cleo Abram en YouTube y TikTok.
Para hacerlo se requiere práctica.
Se requieren seguimientos a detalle antes que clases que comienzan y finalizan sin más intención que la de cumplir con un programa académico.
El nuevo periodista no se construye con clases de 90 minutos.
Se construye con la práctica.
Pero ésta, para cuajar y conectar con la academia, debería ser una práctica guiada.
Donde los catedráticos tienen la capacidad de asesorar, fortalecer y contribuir al desarrollo de la marca personal de ese periodista.
Sí, promoviendo el apego a los valores y máximas del periodismo.
Pero también incentivando y dando rienda suelta a las particularidades de cada estudiante en su modo de querer, poder y decidir afrontar el periodismo.
En las aulas no promueven un estilo diferenciado al momento de escribir.
Más bien se apegan a los mismos moldes de siempre para así poder encajar una calificación sin tener que pasar por subjetividades como el estilo, la profundidad argumentativa y la retroalimentación personal.
El problema de la academia es que no ha sabido impulsar el éxito de sus estudiantes en nuevos formatos.
No es la mejor plataforma para aprender a hacer videos de alto impacto en redes.
No es el mejor espacio para aprender a redactar newsletters de autor.
No es el mejor hub para lanzar iniciativas basadas en inteligencia artificial para transformar el periodismo.
Mientras la academia no se perciba como un espacio generador de nuevos talentos, habrá cada vez menos estudiantes dispuestos a pasar por ahí.
Serán cada vez más los que consideren que aquello no tiene sentido.
Que para ir a recibir recomendaciones contrarias a lo que funciona en estos tiempos, mejor formarse a través de tutoriales en YouTube o de publicaciones en TikTok.
Puede sonar exagerado, pero un curso en plataformas como Platzi puede terminar siendo más útil para el posicionamiento, desarrollo y formación de un nuevo periodista que todo un semestre en la academia.
Platzi se enfoca en que los estudiantes dominen las herramientas para crear.
La academia en trasladar conceptos arraigados sin dar espacio a la libertad creativa.
Para que estudiar periodismo deje de estar entre las peores alternativas para los jóvenes hace falta que la academia se convierta en un hub de emprendimiento.
Que los tres o cuatro años de carrera funcionen como un espacio que desde el primer día procura apoyar al estudiante en la creación de su propio medio, en la construcción de su marca personal y en una primera generación de ingresos que no pase por fuerza por la obtención de un trabajo en un medio tradicional, sino por la monetización de sus propios esfuerzos.
Sólo así dejará de ser para tontos estudiar periodismo.
Sólo así podremos confiar en que los nuevos periodistas han pasado por la academia.
La academia es necesaria para conservar los ideales y fundamentos del periodismo.
Pero los jóvenes no pasarán por ahí si a cambio se les pide someterse a todo un programa que no les dejará más que un molde rígido que tendrán que desaprender para construir su propio camino.
Invitación especial a estudiantes y profesores de periodismo y comunicación:
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Como cada año, Story Baker presenta Tendencias 2024: el año de las historIAs. Un ejercicio colaborativo internacional que reúne a los máximos líderes de la industria de los medios y los contenidos para compartir las tendencias que marcarán el nuevo año.
Estoy en gran parte de acuerdo. Creo que la formación académica no sólo está quedando obsoleta en carreras como periodismo, sino también en muchas otras. Pero ojo. Tampoco se trata de montarse acríticamente a todas las modas. Hoy más que nunca es necesario recuperar los valores fundamentales del buen periodismo: la investigación, el chequeo, la buena fe, la sensibilidad, la curiosidad, la apertura mental, la pelea contra el cinismo. No podemos enseñar a las nuevas generaciones cómo utilizar las nuevas tecnologías (nacen con ellas), pero sí lograr algún tipo de balance. Abrazo!