Tres minutos de Piqué en Miami: ¿qué se creen los periodistas?
Y por qué tanta violencia no hace más que alejar a las fuentes de los medios
Storybakers:
Escribo este envío desde Málaga.
He sido invitado como parte del jurado a la entrega de los Premios Ondas Globales del Podcast.
Antes estuve en Miami para asistir a la boda de un amigo en un crucero con rumbo a Bahamas.
Lo cuento para situarme por un instante en el mismo terreno que Gerard Piqué.
Piqué no llegó a Miami para asistir a una boda, pero sí para ver a sus hijos después de su separación de Shakira.
Él, como cualquier turista, tomó su maleta, enfiló rumbo a la salida y se encontró con un grupo de reporteros que no pararon de interrogarlo.
Lo provocaron hasta el cansancio.
Le hablaron de la sexualidad de Clara Chía.
De esa fake news que ni siquiera califican como tal durante el interrogatorio en que se supone que Piqué es quien está pagando la conversión de Clara Chía en mujer
Le preguntaron dónde la había dejado.
Se rieron de él diciendo que le habían comida la lengua los ratones.
Antes de subir al transporte que lo llevaría lejos del aeropuerto, un reportero empieza a bromear diciendo que lo va a acusar con Messi.
Otra mete que ahí está Cristiano Ronaldo, que mejor se van con él.
Desde el estudio, a partir de ese mismo clip, un presentador señala que Piqué da pena.
Que está gordo, que está descuidado, que es casi casi un sinvergüenza.
En uno de sus directos, Juan Guarnizo le pone calificativo a lo que hacen los medios con Piqué.
Lo califica como asqueroso.
Como una mierda.
Y lo es.
¿Qué se ha creído el periodismo?
¿Hasta qué punto es válido semejante nivel de acoso cuando ya ni siquiera son indispensables para que una figura pública se comunique con su comunidad?
Escenas como esas las hay todos los días.
También por estas mismas fechas, Salma Hayek se negó a contestar cuál era la prenda más cara que vestía.
Lo hizo con categoría.
Dijo que la prenda más cara que portaba era su cerebro.
Que esa sí que no estaba en venta.
Y en medio de esa respuesta improvisada, comentó lo que nunca debimos olvidar.
Que uno no va por la calle preguntándole a las personas qué es lo más caro que viste.
A veces ni siquiera con los mejores amigos.
Salma convirtió lo incómodo en divertido.
Por eso los medios compartieron su respuesta.
Pero de Piqué hasta los medios deportivos hicieron mofa.
El Mundo Deportivo habla literamente de que “se infló”.
Los medios deportivos y de entretenimiento convierten la llegada a un aeropuerto en acoso y persecución.
Las pasarelas en una oda a la banalidad para después quejarse de lo poco que las celebridades entienden las problemáticas de la gente común y corriente.
Y hasta los funerales terminan convertidos en terrenos de batalla.
Como ocurrió en México cuando en pleno funeral de Julián Figueroa una reportera terminó pateando a una de las asistentes.
Al periodista siempre se le enseño que debía ser incómodo al poder.
Que debía hacer las preguntas que otros no podían o querían hacer.
Que su rol era conseguir las verdades que permanecían ocultas.
Pero tanto en el terreno del entretenimiento como en el de los deportes esos límites se han excedido.
La insistencia de los reporteros rara vez pasa por verdaderos hechos noticiosos que deban ser del conocimiento del público.
Lo de los reporteros en ambas fuentes va con frecuencia a buscar la reacción virulenta, a dar con la tecla que provoque que el deportista o celebridad pierda el control.
Pero es tanto el afán por ganar una nota que se olvida el daño a toda la industria.
TikTok es hoy el mejor termómetro para entender qué piensa la gente sobre los medios.
A los periodistas se les califica de carroñeros, sensacionalistas y vendidos.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Story Baker para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.