Twitter y Meta lo confirman: la Creator Economy es la Gig Economy
Y cómo crearon problemas que ahora son fuente de monetización
Storybakers:
Las plataformas sociales se han quitado la máscara.
Su prioridad ya no son los creadores.
Ni siquiera de palabra.
Es su propia supervivencia.
Y si ya hace tiempo les había compartido las semejanzas entre la Gig Economy y la Creator Economy, ahora es más evidente que nunca.
Contaba en aquel envío que a los creadores como a los repartidores o conductores las plataformas los desconocían como empleados.
Aseguraban que ellos no desarrollaban más que plataformas que las personas decidían utilizar sin que ello implicara una relación laboral.
Contaba también que igual que lo han hecho Uber y Rappi, las redes sociales se encargan de crearle competencia a esos creadores a los que dicen apoyar.
Dado que las redes necesitan volumen, entre más grande se hace un creador en una categoría, más necesitan creadores de ese estilo para seguir cautivando a la audiencia.
Por tanto, desde el algoritmo mismo comienzan a mostrar a partir del contenido del creador original alternativas de contenido realizados por competidores del mismo.
Opera de la misma forma en que las plataformas de la Gig Economy que conforme sus conductores presentes mejor haga su trabajo más competencia les terminarán colocando para poder crecer sus negocios.
Cuando esas plataformas comenzaron, su promesa era que resolverían los problemas de inseguridad, incomodidad y traslado de los usuarios.
Lo cumplieron hasta que decidieron crecer.
Ya que tuvieron una base tan grande que no pudieron mantener los estándares de calidad, empezaron a cobrar por tener algo parecido a la calidad inicial que prometieron.
El caso más reciente es el de Rappi en Latinoamérica incluyendo una cuota adicional para tener prioridad al momento del envío de tu comida a domicilio.
El problema que se generó por las propias ambiciones de Rappi terminaron cargándoselo al propio usuario.
Si quieres que tu comida llegue a tiempo, paga.
Si no, tendrás que esperar a que tu hamburguesa viaje a otro u otros destinos hasta finalmente llegar contigo.
Y ya en el caso de que no tengas problema con que tu hamburguesa llegue fría y aguada, hasta te ofrece un descuento por elegir una opción en la que básicamente les dices que puedes esperar cuanto quieran.
Las redes sociales también prometieron un ecosistema próspero para la audiencia y para sus creadores.
Impulsaron el cumplimiento de esa promesa cuando les resultaba conveniente para su negocio.
Pero ahora que la crisis económica nos ha vuelto a impactar, Meta y Twitter han decidido que ese ecosistema que alguna vez prometió seguridad y confianza para los usuarios es de pago.
Primero Elon Musk decidió que la palomita azul sería parte del programa de suscripción de la plataforma por 8 dólares al mes.
Ahora Mark Zuckerberg da el mismo pasa anunciando que la verificación dependerá de pagar entre 11.99 y 14.99 dólares al mes, inicialmente en Australia y Nueva Zelanda.
En ambos casos el anuncio se da cuando las plataformas lejos están de vivir su mejor momento.
Twitter impulsa su plan de suscripción con una plataforma cada vez más llena de spam y con decisiones tan controvertidas como que el propio Elon Musk ordenara a sus ingenieros darle mayor notoriedad a sus tuits.
Elon Musk pretende que la gente pague por un servicio con un 75% menos de empleados con respecto a cuando adquirió Twitter.
Twitter, además, nunca ha sido ni generadora de ingresos significativos para los creadores ni generadora notable de tráfico para medios de comunicación.
Meta, mientras tanto, ha perdido la imagen innovadora que alguna vez tuvo para convertirse en una empresa plagada de conflictos existenciales.
Hoy no se sabe qué es Instagram.
Se ha quedado un punto medio en que ni es lo que siempre había sido ni es TikTok.
A diferencia de YouTube, Instagram nunca ha dado con la tecla sobre cómo crear un ecosistema de monetización para creadores.
Facebook, por su parte, envejece tanto como sus usuarios principales.
Ha logrado mantener a algunos creadores a partir de la monetización por videos de tres minutos o más pero a todos queda claro que su mejor momento ha pasado.
Y su gran apuesta presente es en realidad una que se centra en un futuro opacado por la explosión que está viviendo la inteligencia artificial a partir de Chat GPT-3, Bard y la guerra que se libra entre Google y Microsoft.
Al menos Twitter incluye beneficios adicionales en Twitter Blue.
Meta no ha anunciado nada que acompañe ese cobro.
En el mundo que nos está dejando la guerra entre Rusia y Ucrania, los creadores ya no sólo no reciben dinero de las plataformas, ahora les pagan a las plataformas.
A las redes sociales, la audiencia les pagaba con sus datos.
Y ahora con dinero además de sus datos.
Los creadores les pagan con trabajo que crea inventario, con sus datos y ahora también con dinero.
Como la Gig Economy que un día te prometió una solución a buen costo.
Después te pidió que dieras propina para resolver la inconformidad de sus repartidores y conductores.
Y ahora también te cobra, aunque les des propina a esos creadores y repartidores, porque ellos te den prioridad.
La Creator Economy es la Gig Economy.
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