

Descubra más de The Muffin por Mauricio Cabrera
¿Vale Mr. Beast 1.5 mil millones de dólares? La burbuja de los creadores está por venir
Y cómo los medios podrían montarse en esa ola
Storybakers:
Escribo este newsletter desde Costa Rica.
Estoy aquí para asistir al foro anual de Grupo Diarios de América.
Toca compartir espacio con colegas como Claudio Cabrera, Gastón Roitberg, Felicitas Carrique, Pepe Cerezo y varios más.
Sé que no es lo mismo que lo presencial, pero ese mismo tipo de conversaciones que me ha tocado tener en las últimas horas se pueden tener a través del Discord de Story Baker.
Somos 708 creadores y periodistas… y contando.
El siguiente puedes ser tú.
La insinuación puede parecer irrespetuosa.
No porque Mr. Beast sea una farsa, sino porque del otro hay centenares de personas trabajando detrás de varias de las marcas más conocidas en el mundo digital.
Pero esa realidad podría estar próxima a gestarse: Mr. Beast vale más que Buzzfeed.
Mientras Buzzfeed requirió de una SPAC para tener una valuación inicial de 1.5 mil millones de dólares en su salida a la bolsa, Mr. Beast aspira a la misma valuación a partir de su poderío como youtuber y de sus negocios con Feastables y Beast Burger.
Axios ha soltado la bomba.
Mr. Beast pretende levantar 150 millones de dólares a una valuación de mil quinientos millones.
En otras palabras, Mr. Beast Co. sería un unicornio.
Y en ese momento, sobre todo tomando en cuenta la imparable caída de Buzzfeed en la bolsa, sería más valioso que Buzzfeed, Tasty y Complex juntas.
Hoy Buzzfeed tiene una capitalización de mercado de 255 millones de dólares.
El imperio de Mr. Beast es tan grande como su canal principal con más de 109 millones de suscriptores.
Canales complementarios con 88 millones de suscriptores.
Incluso sus canales en español acumulan ya 33 millones de suscriptores.
Con 54 millones de dólares por año es el youtuber que más ingresos genera.
Y el creador con el quinto canal más grande del mundo.
Con su marca de chocolates y snacks (Feastables) ha levando 5 millones de dólares a una valuación de 55 millones de dólares.
Con Beast Burger ya demostró su poder de convocatoria al reunir a más de 10 mil personas en la apertura de su primera tienda física.
En aquel momento hablé de cómo los centros comerciales iban retirando los logos corporativos para poner los nombres personales.
Existen ya startups dedicadas al lanzamiento de líneas de productos de consumo para creadores.
La del ser humano como empresa es una era que está por alcanzar su máxima expresión.
Mr. Beast terminará consiguiendo esa valuación.
Se dirá que es por su potencial de negocio más que por su rol como creador.
Pero el negocio no existiría de no ser por el marketing con el que viene incluido gracias a la comunidad de la que goza como creador.
Si en su momento Hubspot determinó que valía la pena adquirir The Hustle como una herramienta de marketing, los inversionistas harían lo mismo con Mr. Beast.
Lo utilizarían a él y a su comunidad como punta de lanza para vender lo que sea.
Como por ahora ya ocurre en el terreno de los snacks y las hamburguesas.
Mr. Beast pretende que la expansión de sus marcas sea global.
Y seguro que terminará abriendo otras unidades de negocio.
Aún con esos planes en la mente y esas cifras en los bolsillos, ¿vale tanto Mr. Beast?
Su caso tiene dos potenciales escenarios.
En el primero termina por confirmar que hoy los creadores son los nuevos amos del mundo.
En el segundo se termina produciendo una especie de depresión colectiva dado que eso que se pensaba imparable en la práctica no lo fue tanto.
Con más de 220 millones de suscriptores entre todos sus canales, ¿Mr. Beast es de nicho?
Me atrevo a decir que sí.
No existe hoy un creador que tenga el sello de figura mundial del que sí gozan celebridades como Tom Cruise, The Rock o las Kardashian.
Si uno pregunta en diez mesas de un restaurante en la Ciudad de México cuántos conocen a Mr. Beast, será amplio el número de respuestas en sentido contrario.
Y así en distintos países en los que Mr. Beast es una referencia para los que saben o han escuchado pero no una realidad consolidada.
La adoración a un creador puede garantizar aglomeraciones tan grandes como esas 10 mil personas en la inauguración de Beast Burger en Nueva Jersey.
Pero una expansión global requiere de algo más que los seguidores hardcore para ser exitosa.
Con la comunidad instalada seguro da para tener aperturas exitosas.
Pero el mantenimiento de esas marcas sólo se logrará si el producto es lo suficientemente bueno para mantener fiel a esa audiencia que una o dos veces comprará un producto por el creador, pero que tarde o temprano terminará dándole valor a su dinero por lo que está pagando.
Y además estará el proceso que esas marcas tendrán que seguir para conquistar a nuevas audiencias.
Audiencias o clientes que estén enamorados ya no del creador, al que incluso podrían desconocer, sino de los productos que se ofrecen.
El marketing ha sido siempre una vía para vender como extraordinario lo común.
Vivimos en una sociedad tan aspiracional y capitalista que somos capaces de pagar diez veces más por el mismo producto pero con un logo distinto.
Pero al menos en esos casos se procura presumir las bondades del producto para que el marketing no parezca estafa.
En la era de los creadores como producto o de los humanos como empresas habrá que encontrar ese punto medio entre calidad e imagen que evite que permee la sensación de que los creadores están dispuestos a todo con tal de vendernos algo.
El cambio propuesto es radical.
De continuar la tendencia, ya no iríamos al súper a comprar shampoo, iríamos a comprar a un creador para cubrir distintas necesidades.
Los creadores aspiran a lograr lo que un equipo de futbol rara vez consigue.
Que su influencia material en nuestra vida diaria vaya más allá de ponernos un jersey, de comprarnos una gorra o una chaqueta.
Mr. Beast es ya el gran caso aspiracional que la Creator Economy requiere para seguir atrayendo gente.
Pero es tan grande y ruidoso lo que está haciendo que también puede ser el primero que en algún punto nos lleve a pensar si el poder de los creadores tiene su parte de burbuja.
No porque Mr. Beast no sea uno de los creadores más grandes del mundo, sino porque se le termine pidiendo o exigiendo demasiado.
Como en su momento ocurrió con los medios.
No es que BuzzFeed no valiera la pena, es que quisieron darle tratamiento de empresa tecnológica en algún punto.
No es que Vice fuera una estafa, es que le adjudicaron alcances desproporcionados que lo llevaron a una valuación de 5 mil 700 millones de dólares en su momento más alto.
Para Mr. Beast el riesgo podría estar ahí.
Por ahora todas las historias que se cuentan sobre él hacen que la percepción sobre él crezca.
Cada video suyo funciona como estrategia de marketing.
Es negocio a través de las decenas de millones de views que tiene.
Es imagen porque sus grandes esfuerzos acaban siendo contados en los medios alrededor del mundo.
Es un generador de experimentos de gran presupuesto que terminan convirtiéndose en noticia.
Para ello se gasta 8 millones de dólares al mes en la producción de sus videos y en la promoción de sus negocios.
Pero esa narrativa tarde o temprano podría ir a la baja a partir ya no de sus resultados como creador sino de la historia que sus productos vayan escribiendo.
Y las percepciones importan en un mundo en el que cada vez se pretende ponerle mayor ciencia a la valuación de la fama.
Las nuevas grandes inversiones podrían ya no venir de estructuras sólidas ni de planes de negocio muy elaborados.
En la era de los humanos como empresa todo dependerá de la comunidad que hayas construido.
Si tienes a millones detrás tuyo, los inversionistas pensarán que vale la pena hacer la prueba.
El riesgo es la creación de una nueva burbuja.
Que esa burbuja se produzca no tendría que escandalizarnos: ha estado presente en básicamente toda promesa surgida en digital.
Hoy que sobre los medios no abunda el optimismo entre inversionistas valdría tomar nota.
Los creadores podrían ser la nueva forma de levantar dinero para crear nuevos medios.
Medios con el video como principal producto.
Tendría sentido que Johnny Harris capitalice sus 3 millones de suscriptores en YouTube y el dominio de una narrativa para que levante recursos y comience a trabajar en cómo se vería un nuevo medio dirigido y creado por él.
Lo mismo con Cleo Abram y el estilo y audiencia del que se ha hecho.
Es tanta la adoración al individualismo que tarde o temprano surgirá un regreso al aprecio de lo colectivo.
Que los grandes creadores con talento periodístico sean los primeros en dar el paso sería deseable.
Ellos, más que los periodistas hechos en una redacción, tendrán más atributos para crear los medios de nueva generación.
Está por verse si Mr. Beast convertido en unicornio es una fantasía fallida o una confirmación inédita.
Mientras tanto los creadores-periodistas podrían valerse de ese argumento para hablar de por qué si invertir en periodismo de autor cuando abunda el escepticismo en torno al periodismo corporativo.
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