Westcol y la radicalización de las audiencias: cuando los deseos de los streamers son órdenes para sus comunidades
El peligroso momento de obediencia absoluta a los designios de los creadores
Storybakers:
El rol de los medios es cada vez más complejo.
También el del periodismo.
Porque hoy más que nunca la sociedad se mueve a partir de idolatrías emocionales más que de hechos irrefutables.
Las creencias cada vez más les ganan a los hechos.
Y tras esa época en que las cancelaciones frenaban los discursos de odio, emerge ahora una libertad que con frecuencia llega al libertinaje.
No existe más el punto medio.
No existe quien pueda encontrar el equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a terceros.
Pasa que los códigos de comportamiento que se permiten son distintos según los ojos de cada comunidad específica.
Pasa que lo que se ve bien en un lugar se ve como reprobable en otro.
Somos tantas comunidades intentando coexistir que todo se ha convertido en un caos fragmentado.
En una sociedad cada vez más dividida que o está con los suyos o se siente fuera de lugar.
La de Westcol es una comunidad que sirve para comprender a lo que voy.
Se trata de uno de los fandoms más auténticos que pueda tener un creador en el mundo hispanoparlante.
Pero también, y por tanto, de uno de los fandoms más violentos y tóxicos que existen.
Su forma de comunicar es abierta, libre y directa.
Y eso le gusta a su comunidad.
Pero resulta reprobable para muchos más allá de ella.
Como esta expresión que muchos consideran homofóbica.
Dice respetar, pero también que si una persona anduviera con sus “maricadas” lo “fulmina a balazos”.
A los medios no les pasó desapercibido ese comentario sobre la comunidad LGBTIQ.
Lo reportaron tanto por resultar de interés periodístico como porque, en el fondo, saben que Westcol genera visitas.
Desde entonces no han parado las amenazas contra mujeres periodistas que apuntaron al fallo del alto tribunal respecto a que Westcol sí había incurrido en discurso discriminatorio y de odio.
Juanita Gómez de Semana ha sido la más vocal al respecto.
Habla en Infobae de cómo la comunidad de Westcol va replicando lo que él dice.
Y de cómo las expresiones del creador se convierten en amenazas directas contra ella y otras periodistas.
“Lo que también es grave es cómo ese señalamiento puntual a las mujeres, porque hay unas coincidencias muy fuertes en donde se ataca el físico, se atacan la sexualidad, se ataca como desde cosas muy puntuales, él dice como: ‘estas perras, putas’, usa expresiones que lo dice porque somos mujeres (...) eso es peligroso, porque lo que se ve en las amenazas y, sobre todo, en las de muerte, es que todos son hombres y las expresiones son similares”
Cuando no es por un ataque directo a la comunidad LGBTIQ o a las mujeres es por quedar expuesto por haber hecho una broma que llevó a que se le señalara de maltrato animal.
Y cuando no, es porque según él ha sido objeto de robo arbitral de la Kings League Americas.
Sea cual sea el contexto, la respuesta de su comunidad es siempre la amenaza e intimidación contra la otra parte.
Fue contra Juanita Gómez tras haberlo señalado por discriminación.
Fue contra los medios que publicaron ese meme de mal gusto.
Y fue contra Miguel Layún por el mal arbitraje que según él hubo en el partido entre West Santos y Peluche Caligari.
Lo que más preocupa es que esos mensajes suelen incluir amenazas de muerte.
Referencias directas a Pablo Escobar.
O descalificativos como mal parido o hijo de puta.
Aquí el tuit que compartió Layún, presidente de la Kings League Americas, tras el partido.
Aquí lo que decían esos mensajes enviados al móvil filtrado de Layún.
El también streamer Juan Guarnizo respondió compartiendo cómo él también ha recibido la intimidación de la audiencia de Westcol.
No se trata, hasta ahora, más que de palabras.
De teléfonos leakeados.
De intimidación.
El problema es que estas comunidades no tienen más límite que el que el propio creador les ponga.
Entre más radicalizan su mensaje, más radicales son sus comunidades.
No es política pero se parece mucho.
Porque así como Donald Trump llamó a los suyos a no respetar los resultados adversos de la elección presidencial, los creadores ordenan ir en contra de lo que sea que no les guste.
Para los medios es un papel incómodo.
Un papel en el que siempre van a quedar mal colocados.
Porque ellos no tendrán a una comunidad devota que los apoye.
Porque todos saben cómo descalificar a los medios.
Y porque en los últimos tiempos la gente cree más en las opiniones e idolatrías que en los hechos.
No fue buena idea pretender encasillarnos a todos en un mismo código de comportamiento universal.
Pero tampoco es buena idea vivir en códigos particulares para cada comunidad.
Porque las amenazas de muerte exceden cualquier tipo de libertad de expresión.
Porque las referencias al narcotráfico podrán no ser más que palabras pero sin duda llenan de violencia a generaciones dispuestas a todo con tal de ir en el mismo sentido que el creador al que han decidido convertir en líder.
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