¿Y dónde está el “periodismo para tontos”?
Por qué el periodismo ha de reinterpretar sus formas narrativas
Storybakers:
Antes de ir al envío de hoy quiero invitarlos a escuchar los más recientes episodios de The Coffee y The Coffee Americano.
The Coffee:
Platico con Amado Cabrera, Gerente de Video de El Universal en YouTube, para comprender a fondo la operación estratégica que los ha llevado a generar 110 millones de visualizaciones al mes y más de 2.5 millones de Watch Time Hours.
Para El Universal, como para la industria de los medios en general, resulta clave la identificación y aprovechamiento de nuevas fuentes de ingresos.
El video, aunque lleva tiempo estando presente, parece ahora una oportunidad demasiado evidente como para dejarla pasar.
Descubre en esta conversación cómo lo ha hecho El Universal y qué puedes hacer con tu propio medio para tener escala en la plataforma.
Pendiente, como lo escribí en días anteriores, definir si será el punto de partida para la creación de conceptos originales o si los medios se limitarán al registro o consignación de hechos antes que a la creación de propiedad intelectual.
The Coffee Americano:
Como cada semana, reflexiono junto a Hernando Paniagua y Ernesto Martelli sobre los principales sucesos de la industria.
En esta ocasión profundizamos en lo que implicó la cobertura que tanto medios como creadores dieron al juicio entre Johnny Depp y Amber Heard, el más seguido de todos los tiempos.
Además, hablamos de TikTok como la plataforma que no sólo se convierte en obsesión por el alcance que tiene y lo adictiva que resulta, sino porque es ya también referente de las coberturas de los principales sucesos.
Ahí se gestan las campañas del principal favorito a convertirse en presidente de Colombia, las grabaciones de video-escándalos y también un nuevo tipo de narración periodística.
Ahora sí, vamos al envío…
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Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
Si el periodismo tiene barreras de entrada que le impiden estar en el gusto de la gente, la historia universal también pasa por ese tipo de fricciones.
Y pese a todo, termina haciéndose presente a través de creadores que dan con la tecla para llevar su conocimiento a nuevas generaciones de usuarios.
En el top 50 de lo más escuchado de Spotify en México aparece el podcast de Historia para Tontos.
La historia como nunca te la habían contado.
O como él mismo describe lo que hace en su perfil: historia para quienes no les gusta la historia.
Es un creador de contenido que encontró en TikTok su producto mínimo viable gracias a 6.4 millones de seguidores.
Su foco ha estado en difundir la historia con palabras y anécdotas afines al humor mexicano y latinoamericano.
Comparte conocimiento empaquetado como entretenimiento y diversión.
Pocos conocemos su cara.
La mayoría de las veces te encuentras con el filtro de sus labios sobre mapas y personajes históricos en TikTok.
Si la primera película de Top Gun provocó un 500% de aplicaciones para ser reclutado por la US Navy, seguro que Historia para Tontos ha disparado en porcentajes semejantes el interés de la sociedad por la historia universal.
Él advierte siempre que existen fuentes más especializadas para conocer la historia.
Advierte también que no es un historiador.
Pero está ahí satisfaciendo un deseo que la audiencia ni siquiera sabía que tenía.
Los historiadores, en vez de repudiarlo, tendrían que agradecerle.
Hay más interés por su área de estudio gracias a esfuerzos como el de este creador que encontró la narrativa correcta para una temática que permite conocer el pasado, y por tanto, predecir o cuando menos comprender el presente.
¿Cómo hacer que eso ocurra desde el periodismo?
¿De qué forma los medios pueden ser parte?
¿Qué ha limitado que el periodismo reviente las cajas de lo que piensa que es y no es?
La necesidad está identificada.
Las españolas de ac2ality hablan de “traducir” los periódicos como su principal misión.
Pero ese esfuerzo que ellas hacen, y que en cierto modo también se manifiesta con ejercicios explicativos como los de “Ahora Entiendo”, tendría que producirse en mayores cantidades.
Pero a veces ni siquiera se produce el reconocimiento debido a este tipo de creadoras de contenido.
En pláticas en confianza, la típica reacción del periodista es descartarlas por no producir contenido original.
Señalar que eso que están haciendo en realidad no aporta nada periodísticamente.
Y entonces llega esa pregunta que tanto limita al periodismo: ¿pero eso es entretenimiento o periodismo?
La leí de algunos colegas cuando analizaba la cobertura del juicio entre Johnny Depp y Amber Heard.
He visto esa misma reacción cuando hablo de casos de éxito como el de Cleo Abram en TikTok o hasta del uso del periodismo como base para crear series que trascienden a través de plataformas de streaming.
Ese fastidio sobre lo que el periodista piensa que es y no es, me llevó al siguiente tuit
Algunos se escandalizan cuando les reproduzco unos minutos de los streams de Nanísimo o cuando comparto segmentos de las transmisiones en Twitch de Nicolás Copano.
La reacción primordial es de rechazo.
De decir que sí, que eso es lo que quieren las nuevas generaciones, pero que eso no es algo que ellos puedan permitirse.
Que ese tipo de palabras no van con la identidad de la marca.
Que ese tipo de informalidad no es digna de lo que son.
Y entonces, aunque se identifica la tendencia, se deja que los creadores de contenido libren por cuenta propia una batalla que tendría que ser de todos.
La de hacer que el periodismo resulte interesante para todos.
Estoy convencido que incluso el postulado de “periodismo para tontos”, provocará algo de indignación.
Pero como en Historia para Tontos, el título no está pensado para denigrar al público que lo consumirá, sino en hacer ver que es para todos.
Que hay una puerta de entrada común para cualquiera que tenga algo de curiosidad por eso de lo que se está hablando.
Que el contenido es apto para cualquiera que quiera pasarla bien mientras se lleva algo de sustancia.
Los periodistas y los medios hemos de hablar nuevos lenguajes.
Cuando en días pasados me referí a la importancia de hacer algo más que notas informativas, buscaba enfatizar la urgencia que tenemos por redefinir nuestras narrativas.
Por aceptar que la comedia, el humor y el entretenimiento son una necesidad para cualquiera que pretenda conquistar a una audiencia.
En mi plática con Isabel Cadenas, directora de Hoy en el País, se explica el mismo concepto de “periodismo para tontos” pero con otras palabras.
Me habla Isabel de convertir a los hosts en “avatares de los oyentes”.
Hacer las preguntas que cualquiera tendría.
Mostrar la curiosidad que cualquiera tendría.
Hablar un lenguaje común.
Tener una conversación relajada.
Empatizar.
Y todo eso escasea en la gran mayoría de los casos.
No espero que en un legacy un host diga que está hasta los cojones, como sí que pasa en los streams de Emilio Domenech.
Pero sí que seamos capaces de desaprender el lenguaje periodístico para hacer algo más que reiteraciones de lo que siempre hemos hecho.
Ese ejercicio de ponernos a todos como tontos, incluyéndonos dado que seremos los representantes de todos, es tanto un ejercicio de humildad como la mejor forma que pudiéramos encontrar para desaprender.
Y ese nivel de tontería no va de quedarse en las preguntas básicas.
No va de actuar como si fuéramos Adam Sandler jugándole al retrasado mental en una de sus películas (perdón, pero soy de esos fans palomeros de Adam), sino de partir con mirada curiosa y exploratoria antes que con la soberbia del especialista.
Si Historia para Tontos es el punto de entrada para muchos que no sabían que la historia les interesaba, el periodismo para tontos tendría que ser esa puerta de entrada para gente que hoy cree que no le interesa el periodismo.
A veces la mejor forma de descubrir que algo te gusta es no forzando su consumo hasta que te das cuenta de que estás ahí.
A millones de personas, Historias para Tontos les llegó desde la risa fácil.
Compartieron y likearon el contenido una, dos, tres, diez veces… hasta que un día se dieron cuenta de que algo de historia sabían por todo lo que habían visto y escuchado de Historia para Tontos.
En Slumdog Millionaire, Jamal nunca hubiera pensado que tenía las bases para resultar ganador hasta que se da cuenta que la respuesta a todas las preguntas que le hacían pasaban por vivencias que él había tenido.
El aprendizaje de la historia universal tiene distintas manifestaciones válidas.
Una de ellas es a través de libros de texto que te dan pereza desde la portada.
Otra es a través de Historia para Tontos.
La primera te predispone al rechazo.
La segunda te pone de buen humor sin saber que estás por soplarte a los personajes que han configurado el mundo tal como los conocemos.
Importa cómo hablas.
Importa la empatía que manifiestas.
Importa que comprendas y consientas a tu audiencia.
Importa que te diviertas.
La información dura se mantiene como un activo de alto valor.
Lo que cambia es el empaquetamiento.
El atrevimiento narrativo.
La disrupción que reconoce que entretener no es igual a risa fácil sino a mantener la atención de la gente.
Lo importante no es el cuento, sino el modo en que lo cuentas.
La diferencia está en los detalles.
Si al cuento de los Tres Cochinitos le omites los detalles, el niño se dormirá por aburrimiento.
Si se lo cuentas con los detalles, el niño se dormirá fantaseando sobre ese mundo que le has creado.
No sé ustedes, pero yo me declaro desde ya impulsor orgulloso del periodismo para tontos.
Y ojalá muchos se sumen.
Por más que cualquier descalificativo a la audiencia, y sobre todo a nosotros mismos, nos resulte tan incómodo como esos periodistas trajeados y orgullosos que somos.