

Discover more from The Muffin por Mauricio Cabrera
¿Y si los medios se convierten en el HBO de los creadores?
Cómo las organizaciones de medios pueden dar tranquilidad a periodistas independientes e insiders
Storybakers:
Hoy desperté pensando que hemos sido injustos con Netflix.
Que una plataforma con un impacto cultural tan grande no tendría que ser tan maltratada porque el negocio ha dejado de crecer.
Las hipótesis que puso sobre la mesa han sido siempre o casi siempre en pro del espectador.
Nos permitió atascarnos de entretenimiento mientras otros nos lo dan a cuentagotas.
Propuso un modelo sin publicidad que durante años nos hizo creer que era posible otro tipo de televisión.
Convertimos el “Netflix & Chill” en la forma no oficial de decir que pensábamos olvidarnos de todo durante nuestros momentos de ocio.
Descubrimos que nos preocupaba nuestra privacidad después de ver The Social Dilemma.
O que después de todo el ajedrez no era tan aburrido como pensábamos gracias a The Queen’s Gambit.
Y aún así está de moda golpear a Netflix.
Regocijarnos con su caída.
De eso reflexiono hoy en mi just chatting sonoro.
Del 25 aniversario de Netflix.
De las lecciones que nos deja.
Y de por qué como sociedad nos negamos a darle valor al innovador, al que explora, al que se atreve a pensar que las cosas pueden ser distintas.
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En Panmedials, los medios de la pandemia, hago un repaso a las decisiones que llevaron a los medios a su estado de crisis actual.
Propongo también un camino a seguir para salir de esa pandemia en la que nos metimos.
Adquiere aquí Panmedials, los medios de la pandemia, en versión física o digital.
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Desde el metaverso: el futuro de nuestra existencia digital
El término lo solté en una reunión con dos buenos amigos.
Hablábamos de la ansiedad algorítmica.
De cómo TikTok, Instagram y el resto de las redes te arrebatan la calma y hasta el autoestima a partir del poder de su algoritmo.
El algoritmo no sólo te quita el control sobre los alcances de tu propio contenido.
También te impide delimitar dónde empieza y termina tu campo de acción.
Te provoca inestabilidad sobre tu potencial audiencia.
Y cuando aciertas, el propio algoritmo se encarga de sembrar en otros creadores la idea de imitarte.
TikTok es poderoso porque abre la puerta a que cualquiera resuelva una necesidad de descubrimiento del usuario.
Sea o no conocido.
Sí, democratiza las posibilidades de éxito.
Pero al mismo tiempo dinamita las certezas sobre lo que vas a encontrar.
Como usuario agradeces la alternativa de que un algoritmo te acerque potenciales prospectos.
Como en Tinder o en Bumble.
Ves opciones y eliges cuál te gusta.
Pero a diferencia de Tinder y Bumble, ese match no significa nada.
No se promueve que sigas en contacto por más que hayas dado follow a menos que ese creador siga apareciendo en el FYP manejado por el algoritmo de TikTok.
O que tú como usuario hagas lo que no es tan del agrado de TikTok que es usar la sección de seguidos antes que la de sus recomendaciones.
El éxito en TikTok no depende entonces de que encuentres a los tuyos, sino de que el algoritmo continúe decidiendo que los tuyos son en efecto los tuyos.
Pero si esas preferencias detectadas por el algoritmo son también atendidas por otros creadores, TikTok acercará a esos otros creadores en vez de permitir que tú sigas relacionándote con los tuyos.
Para el creador esa ansiedad es incesante.
No existe más certeza que la de producir contenido a destajo a la espera de que el algoritmo decida darte algo de atención.
Por eso será necesario un HBO de los creadores.
Un espacio en el que el creador sepa que le llega a una audiencia establecida y que lo suyo es atender a esa audiencia en determinadas categorías o tipos de contenido.
Los creadores necesitan rincones tranquilos para contar las historias con las que sueñan sin depender del algoritmo.
No pasa sólo por el alcance, pasa también por tener gente convencida de querer estar contigo antes de querer estar con otro u otros creadores que hablan sobre lo mismo.
Por eso los colectivos tienen sentido más allá de las malas experiencias que suelen aparecer cuando se unen los youtubers.
Un creador de nicho siempre tendrá derivados que puede atender por sí mismo.
Pero que también pueden ser complementados por otros creadores relacionados.
Una estructura colectiva resuelve problemas que explotan en la individualidad.
En estructuras como las de Puck cada pieza es relevante.
Tiene un peso por sí mismo pero también a nivel grupal.
Ahí sé que Matthew Belloni es el especialista en todo lo que tiene que ver con la industria cinematográfica y del entretenimiento.
Que Julia Alexander es una obsesiva de los datos en torno a la Streaming Wars y al consumo de televisión en general.
O que Tara Palmeri es la persona a seguir para comprender todo lo que se escucha en los pasillos de Washington como epicentro político de Estados Unidos.
El suscriptor de Puck entiende que va a tener lo mejor de esos mundos (el político, el económico, el tecnológico y el del entretenimiento) con una serie de marcas personales que entregan productos de autor pero que se reúnen a través de los podcasts que producen.
Ahí los creadores/periodistas parten de la certeza, generan contenido premium y no están expuestos a las variaciones algorítmicas que también pueden ser vistas como caprichos algorítmicos.
Si las redes sociales en verdad operarán a favor del creador abrirían ventanas de descubrimiento pero no serían su única prioridad.
En Tinder y en Bumble, por ejemplo, es posible decidir que ya ha sido suficiente.
Que no quieres aparecer más como una opción y que sólo quieres continuar conversando con la gente con la que ya venías haciéndolo.
De todas las alternativas, te quedas con unas cuantas.
Lo mismo pasará en el streaming.
Frente al exceso de opciones habrá una consolidación en la oferta.
Y aún en esa consolidación, nosotros tendremos que decidir si nos quedamos con una, con dos o con tres.
Lo que es seguro es que no nos quedaremos con todas.
La individualización tiene sus límites.
Es cansado depender sólo de uno mismo.
Quedas expuesto a los problemas técnicos, a los problemas personales y al desgaste natural de que todo dependa de ti.
Los medios encuentran su más grande oportunidad en esa carencia del solo-creador o solopreneur.
Lo demuestra el ya mencionado Puck.
Lo hace también Sidechannel como un esfuerzo de escritores independientes que tienen un servidor común en Discord para crear una gran comunidad en la que todos se fortalecen sin canibalizarse.
Validan el caso los periodistas de Defector que se unieron tras salir de Deadspin para crear el medio con el que ellos soñaban.
El HBO de los creadores no es otra cosa que la reunión de grandes firmas en torno a una misma marca.
No se maquila contenido.
No se publica por publicar.
No se hace contenido sin personalidad.
Entendido esto como la garantía de que cada pieza tendrá uno o varios autores identificables, una apertura a seguir conversando, un empaquetamiento adecuado y una personalidad definida.
Digo por eso que el concepto de redacción se está diluyendo.
Que ese estar detrás de las noticias publicando por publicar está quedando obsoleto.
Que sea de HBO o de Apple TV de los que mejor se habla a últimas fechas no es casualidad.
En medio de tanta opción, no hay nada como un catálogo breve, pero lo suficientemente atractivo como para ser recordado.
Es lo mejor para los contadores de historias.
Es lo mejor para la audiencia.
Y sería también lo mejor para los medios, aunque se aferren a que su satisfacción pase por lo que puedan sacarle a Google.