Adiós al Post Opinión: el periodismo en LATAM depende de sus medios y creadores
Y por qué es urgente la transición de audiencias a comunidades
Storybakers:
Los Esland de TheGrefg se hicieron aún más grandes después de ver el desastre de los TikTok Awards.
El impacto se puede resumir en que un creador hizo un mejor trabajo que la plataforma social en tendencia.
Sobre el éxito de la premiación de los streamers platico con César Fajardo en el más reciente episodio de Upload Inc.
Algunas preguntas clave.
¿Algún día la televisión podrá hablar el lenguaje de los creadores?
¿Cuáles son los pequeños detalles que marcan la diferencia entre la tv tradicional y la de ahora?
¿Por qué TheGrefg y otros creadores sí encuentran comunidades dispuestas a verlos por horas mientras los medios padecen para engancharlas por minutos?
En nuestro servidor de Discord…
843 creadores y periodistas estamos platicando sobre las posibilidades de la inteligencia artificial en su aplicación a los contenidos y los medios de comunicación.
Ahí mismo estoy obsequiando invitaciones a Poe, una aplicación de Quora que entrega las habilidades de Chat GPT-3 pensadas para un público masivo.
Vale la pena la exploración, sobre todo porque así es posible tenerlo como una aplicación con acceso en todo momento.
Únanse a Discord para recibir su invitación.
La noticia ha caído como balde de agua.
No tanto porque resultara inesperada.
Más bien por la confirmación de que los grandes medios globales no dejan huella en Latinoamérica.
Era algo, conociendo la industria, que ya se veía venir.
Tres años y medio después, el Post Opinión baja la cortina.
Como lo hiciera el New York Times en 2019.
Ambos proyectos duraron 3 años.
El Post Opinión de agosto de 2019 a enero del 2023.
El Times de inicios de 2016 a septiembre del 2019.
El empalme de fechas de cierre de uno y llegada del otro hacían ver que uno sustituiría al otro.
Que así como el Times había cerrado por haber montado una redacción sin antes haber estructurado un plan de negocio, el Post había aprendido de los fallos de su principal competidor.
Parecía que lo del Post tenía sentido.
En vez de montarse a la producción diaria de contenidos, como intentara el Times con un promedio de 10 artículos diarios, el Post apostó por un modelo a fuego lento basado en la opinión.
Desde entonces, El Post publicó, según señala en su comunicado del adiós, textos de más de 550 colaboradores a un ritmo de 45 piezas mensuales.
Pese al cambio de modelo tampoco ha sido suficiente.
El Post abandona a la audiencia hispanoparlante como también lo hiciera El Times.
O como el propio CNN hiciera hace tiempo con CNN México en alianza con Grupo Expansión.
O como Buzzfeed que se ha ido contrayendo en la región pese a en su momento haber tenido una edición específica para México tanto de BuzzFeed como de BuzzFeed News.
O como Vice en Español que dejó de existir en diciembre del 2021.
De los medios globales que aterrizan en la región sobrevive el newsletter del Times en español realizado por Elda Cantú y poco más.
¿Por qué se terminan yendo los que un día llegan prometiendo crear un cambio en el ecosistema?
Primero porque ante cualquier tipo de recesión económica Latinoamérica es de lo menos atractivo.
Sobre todo para empresas de origen anglosajón.
Después porque para monetizar información general a través de anunciantes en la región suele requerirse un equipo específico para relacionarse con dependencias de gobierno.
El problema no es sólo contar con ese equipo, es someterse a las malas prácticas que imperan para cerrar acuerdos.
La asignación del dinero publicitario en México y Latinoamérica no escapa a la corrupción y conflicto de intereses tan propio de nuestra vida social y política.
Si la monetización busca centrarse en los usuarios, es altamente probable que alguien que paga por suscripciones prefiera hacerlo por la versión original que por la versión en español.
Para bien y para mal, el que puede pagar una suscripción al New York Times o al Washington Post se siente más empoderado y con mayor status si consume en inglés que si lo hace en español.
Ocurre lo mismo con la NFL cada que intenta posicionar su oferta de contenidos en español.
Al público latinoamericano, particularmente al mexicano, lo seduce consumir en inglés como un signo de distinción.
Si eres un medio de entretenimiento como BuzzFeed, tienes que competir contra los paquetes multiplataforma que pueden ofrecer grandes grupos de medios como Televisa, TV Azteca, Imagen o Expansión.
El nivel de dificultad se incrementa si en vez de BuzzFeed México eres Buzzfeed Latam.
Las licencias históricamente tampoco han funcionado.
Y todo se reduce a que los propietarios de esas marcas esperan retornos que la región no está lista para dar.
Tiene que ver con el valor de nuestras monedas, con el perfil de nuestras audiencias y con usos y costumbres que terminan siendo más districciones que beneficios para medios globales con el inglés como lengua primaria.
¿Qué nos queda hacer como medios y periodistas en Latinoamérica?
Aceptar que el porvenir de la industria depende de nosotros.
Que no vendrá un salvador a crear mejores condiciones para el periodismo.
Que no serán ni el Times ni el Washington Post los que diseñarán el trabajo soñado para todos los inconformes que hay en las redacciones.
Que el futuro del periodismo como profesión y de los medios como industria en Latinoamérica depende de quienes estamos aquí.
Y que ese futuro deseable no será posible a menos que hagamos algo más que lo que estamos haciendo.
La realidad es tan decepcionante como mirar una gráfica de Comscore.
Hace unos días, un contacto de la industria me compartió una serie de links sobre el medio deportivo con el segundo mayor alcance en la categoría de deportes según Comscore.
Se llama El Futbolero.
Es propiedad de Alivia Media y Ciberniksa Media.
Una empresa basada en Estados Unidos que señala tener oficinas en Argentina, Colombia, Ecuador y México.
Es altamente probable que diez de cada diez personas en la calle mencionen que no conocen El Futbolero.
Pero según Comscore es uno de los grandes de deportes en México.
¿Y cómo lo consigue?
Con historias falsas o rumores infundados.
Aquí algunas de ellas:
Slim compraría al Club América, los 150 millones que acabarían con Azcárraga
El nuevo DT que llegaría al Tri gracias a Carlos Slim
Adiós Televisa, Slim y lo que pediría para controlar la FMF y cambiar al Tri
Es El Futbolero pero podrían ser muchos más.
A medios como ese no les importa el modelo editorial.
Ni siquiera, de fondo, les interesa la posibilidad de tener una buena imagen de cara a las marcas.
Dado que se fundamentan en posicionamiento en buscadores entienden que sus ingresos serán programáticos, no a través de la venta directa.
Esa dinámica, además, permite trabajar con grupos muy reducidos de redactores que generan millones de visitas.
Para ellos da igual que lo que publican sea verdad o mentira.
Google no se hace responsable de permitir la amplificación de estos contenidos.
Comscore se limita a mostrar el alcance sin poder emitir juicios de valor sobre lo que se presenta.
Tendría que ser la industria la que visibilizara este tipo de prácticas y se encargara de combatirlas.
Pero eso no pasa.
Más bien son muchos los que se montan a esa misma dinámica por considerarla un camino rápido al éxito.
El problema es que ese cortoplacismo a futuro pondrá en jaque a la industria.
Si las grandes marcas de medios globales no triufan en la región y si lo que conquista Comscore no es en realidad periodismo, ¿qué tendrían que hacer los medios?
Trabajar en el desarrollo de más y mejores productos mínimos viables que incuben comunidades.
Atreverse a desarrollar iniciativas que construyan caminos distintos a las aguas movedizas en que nos hemos metido.
Entender este mundo de nichos como un escenario óptimo para la prueba y error a bajo costo pero con resultados potenciales transformadores.
Cuando en mi podcast entrevisto a fundadores de medios de nueva generación (entiéndase por ello grupos de medios basados en podcasts/newsletters o creadores), la mayoría termina mencionando casos anglosajones.
En algunos casos españoles.
Pero en Latinoamérica esa experimentación necesaria está apenas en un puñado de medios.
En Telokwento, en Pictoline , en Filo News , en El Surti , y en muy pocas más.
Ni Google, ni Meta, ni TikTok van a salvar al periodismo en la región.
Tampoco el Washington Post, Buzzfeed o el New York Times.
Mantenernos a salvo.
Y sobre todo trascender y ser útiles para la sociedad (aunque sea una pequeña porción de ella) depende sólo de nosotros.
El problema es que no estamos haciendo lo que se necesita.
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