¿Cómo hacer para que el periodista viva en paz?
El modelo de negocio como elemento clave para el bienestar mental de los periodistas
Storybakers:
Seguimos con la publicación independiente de cada una de las colaboraciones que fueron parte de Tendencias 2022: encuentro de creadores y periodistas en la nueva economía.
1) Los nuevos puestos que demandarán los medios en 2022, por Darío Gallo
2) El Live Commerce como complemento a la generación de contenido, por Juan Carlos Luján
Recuerden que pueden escuchar cada entrega en el podcast de Story Baker Academy y descargarlo sin costo.
Tenemos que hacer algo por nosotros, los periodistas.
Por los que matan en México pese a haber pedido ayuda presidencial.
Por los que han vivido aceptando como verdad irrefutable que dedicarse al periodismo significa sacrificar el éxito económico con tal de hacer un bien a la sociedad.
Por los que pasan sus días escribiendo notas que satisfacen las métricas, pero no las expectativas que ellos mismos se habían puesto al estudiar periodismo.
Por los que persiguen historias 24/7 cuando el resto de la empresa se ha ido a descansar.
Por los que viven con miedo a la obsolescencia sin tiempo ni condiciones para reinventarse frente a un futuro que podría extinguirlos.
Por los que invierten su vida pensando en cómo hacer algo mejor del periodismo mientras en su redacción no les piden más que perseguir tendencias y conquistar algoritmos.
El ritmo es tan frenético y demandante que ni siquiera el Pulitzer es capaz de retener al talento periodístico, como me lo ha contado Mar Cabra en The Coffee.
En Panmedials escribí las causas que llevaron a la enfermedad de los medios y al descontento de los lectores.
Esas mismas causas tuvieron un damnificado poco visibilizado: el periodista.
Se habla mucho de las carencias económicas de las organizaciones de medios.
Del escaso interés de los lectores en respaldar a una industria que cuando más se le requería optó por hacer contenido barato y fácilmente replicable.
Pero en el medio ha quedado el periodista.
Extraviado entre peticiones desesperadas para que el negocio sea sustentable y los reclamos de una audiencia que en su mayoría desconfía de lo que se publica en los medios, y por tanto, de lo que hacen los periodistas.
Para ser exactos 7 de cada 10 personas desconfían de los periodistas, de acuerdo a un estudio de Edelman.
El de estos años ha sido un juego nocivo para el periodista: con la llegada de digital no ha mejorado su nivel de vida y ni siquiera ha mejorado su relación con los lectores.
Si cuando menos ese alejamiento de la audiencia hubiera significado una mejor calidad de vida, quizás habría algunos que firmarían el pacto.
O si estuvieran en un punto óptimo a ojos de la sociedad aunque continuarán las condiciones deficientes, varios se dirían que ha valido la pena.
Pero el periodista, en su mayoría, no tiene ni el beneficio de un lado ni del otro.
Es un trabajador quemado, que entre más produce lo que le piden, más se aleja de la posibilidad de estar bien con sus lectores.
Los medios que así lo decidan pueden seguir produciendo contenido con prioridad en los algoritmos e impulsos sociales para sostener su modelo de alcance y rentabilidad a través de la publicidad.
Si a algunos les funciona es porque la audiencia, pese a todos los reproches, termina consumiendo ese tipo de historias impersonales y más oportunistas que oportunas.
Pero el periodista para construirse una carrera que alinee el propósito que lo llevó a estudiar periodismo con sus intenciones de mejorar su nivel de vida ha de enfocarse en restablecer su relación con la calidad y con los lectores.
Los periodistas han de priorizar su vida y su presente y futuro más allá del bienestar de la empresa en que están.
Son muchos los que hoy atienden con disciplina y resignación las indicaciones de los medios en los que les pagan aunque no estén convencidos de ello.
Son también muchos los que percibiendo ese ingreso viven en la supervivencia más que en la verdadera construcción de prosperidad.
El tiempo es el activo más valioso de los seres humanos.
Por tanto, es también el activo más valioso de los periodistas.
En la era del lifelong learning, el periodista no puede ni debe seguir esclavizado a la dinámica de la producción de notas en grandes cantidades a cambio de perder tiempo para prepararse, reflexionar y reinventarse.
Bajo el modelo actual, son muchos los periodistas que cada día que pasan en modo supervivencia se acercan aún más a la obsolescencia.
Y todo por un modelo que funciona antes que todo a las Big Tech; en algunos casos a los medios, y casi nunca a los periodistas, salvo que sean de los que logran posicionarse en la elaboración de estrategias y liderazgos en ese tipo de organizaciones basados en alcance.
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¿Qué premisas debemos cambiar para procurar el bienestar mental de los periodistas?
-El periodista no tiene por qué asumir que será pobre:
No hay peor reflexión en la formación de un periodista que convencerlo de que lo que hace no le dará condiciones óptimas para vivir.
Si bien tiene algo de romántico asegurar que una actividad no te hará millonario, el periodismo tendría que ser visto como una profesión que a través del emprendimiento, la visión y la disciplina puede llevarte a tener una vida plena sin que ello represente atentar contra los ideales periodísticos.
A los periodistas siempre nos ha gustado que Clark Kent sea periodista o que Peter Parker sea fotógrafo.
El problema es que nos compramos ese papel de héroes de carne y hueso sufridos y que hemos de sacrificar nuestro bienestar a cambio de la prosperidad de terceros.
Que un periodista piense en tener el tipo de vida que quiere no lo convierte en mercenario sino en un ser humano con aspiraciones legítimas de verse recompensado por un trabajo que vale.
El periodista es el primer interesado en que haya un mejor periodismo.
Si abundaran periodistas con posibilidades económicas, habría más medios de comunicación con el propósito periodístico por delante.
Más vale periodistas emprendedores que periodistas recién egresados que han sido programados para aceptar la paga que sea.
-Sostenibilidad como piedra angular en la formación de nuevos periodistas:
No debe seguirse impulsando la ignorancia de los periodistas en el ámbito de negocios.
La falta de conocimiento en esas áreas ha contribuido a que las posiciones de mando en numerosos medios no esté en manos de periodistas sino de gente que comprende cómo hacer dinero con el contenido (aunque éste la mayoría de las veces no baje de forma equitativa hacia los periodistas que lo realizan).
Sí o sí los medios requerirán de gente que entienda cómo obtener el mayor beneficio económico de las actividades que se realizan.
Aceptando esa premisa, más vale que exista un bagaje periodístico detrás de los que toman esas decisiones.
Es más factible que un periodista defienda el buen periodismo en su relación con el modelo de negocio que pedir que alguien que no tiene esa formación lo alinee en prioridad con las necesidades de monetización.
Para que el periodista viva mejor ha de ser capaz de crear una historia de alto nivel, pero también de concebirla como producto y negocio.
O eso o seguir incentivando esas horas tristes en que todos se han ido menos los redactores mal pagados que se quedan a cubrir los horarios en que los demás están de fiesta.
-Preguntarse por qué y para qué:
Tan simple como hacerse dos preguntas.
Es demasiado lo que los medios están haciendo por asumir que deben hacerlo, no porque en verdad les resulte conveniente.
Este ejercicio de humildad y auto evaluación es urgente en organizaciones que frente a la incertidumbre de lo que viene, optan por seguir caminando de modo automático sin darse cuenta que no hacen más que enfilarse al abismo.
Los periodistas deberían tocar con mayor recurrencia la puerta de sus superiores y preguntarles: ¿por qué quieres que haga esto? ¿para qué quieres que lo haga?
Pedir explicaciones está bien, cuestionar está bien.
Y si alguien se lo toma mal, entonces ese lugar no es el indicado para un periodista que aspire a mantenerse vigente y a mejorar sus propias condiciones de vida.
-Integración y colaboración:
La actividad periodística suele ser muy solitaria.
Cuando uno acude a cubrir un evento, está acompañado por otros reporteros.
Y si bien de ahí deriva la convivencia entre colegas, queda claro siempre que todos ellos están compitiendo por la próxima gran historia.
Pero debe haber momentos de unión absoluta, de entender que la afectación a uno es la afectación de todos.
El reciente asesinato de la periodista mexicana Lourdes Maldonado, quien tiempo atrás había solicitado apoyo presidencial ante amenazas que había recibido de otro actor político, es una muestra de ello.
En casos como éste no tendría que tratarse de guardar un minuto de silencio y olvidar, sino de asumir una postura como gremio para que los abusos no se repitan más.
Si en cambio los periodistas de uno u otro lado callan o hablan según sus afinidades políticas o sus intereses económicos, se genera un gremio fragmentado, egoísta y que puede ser partido en cuantas piezas se quiera a conveniencia del aparato gubernamental de los distintos países.
Hay luchas individuales, otras de unos cuantos, pero hay otras que deben ser de todos.
Y los periodistas no hemos sabido sumarnos a ellas.
-Para hacer un mejor periodismo hay que dominar algo más que el periodismo:
Parece un contrasentido, pero no lo es.
El que podríamos llamar periodismo presencial ha perdido fuerza ante la democratización de la información.
Hoy el qué, salvo en grandes casos como el de Panama Papers o los Facebook Papers, abunda en distintos ecosistemas.
Por tanto, el periodista debe prepararse en otros rubros para hacerse de diferenciadores que impulsen tanto sus historias como su trayectoria.
Si se quiere triunfar como un periodista de autor, ha de aprender a hacer guiones, a desarrollar periodismo de datos, a coexistir con la inteligencia artificial y a capitalizar sus beneficios, a desarrollar proyectos mínimos viables con herramientas No Code y a emprender en todo el sentido de la palabra.
Si quiere triunfar en medios fundamentado en alcance, ha de ser profundo conocedor de optimización de buscadores, de monitoreo de tendencias y de interpretación de datos.
En ambos casos, el periodismo sigue en el centro, pero de ese modo se suman otras funciones que hoy son mejor valoradas por una industria que por ahora oscila entre lo que dice querer y deber ser y lo que ha tenido que ser porque no le había quedado de otra.
Me interesa que juntos profundicemos en las posibles soluciones y caminos para que el ejercicio periodístico resulte más saludable, placentero y positivo para todos.
Por favor dejen sus comentarios y reflexiones.
Y si quieren seguir profundizando, escuchen mi podcast con Mar Cabra, ganadora del Pulitzer que hoy dedica su vida a procurar el bienestar de los periodistas.
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